García Narváez, Vanessa M.

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SEMBLANZA

Vanessa M. García Narváez

Por Wilhelm Hernández Hernández

En la mitología griega, Vanessa hubiese sido hija de Océano, dios de las aguas. Vanessa de las aguas… desde los cinco años, quizás antes.  A nadie sorprendería escuchar decir de esta atleta que se ha desplazado más tiempo en el agua que lo que ha caminado a pie.  Una figura consagrada en la historia deportiva del Puerto Rico contemporáneo, seguida paso a paso, o mejor brazada a brazada, en cada una de sus competencias nacionales e internacionales. En cada competencia renace esa  simbiosis física y emocional que une la atleta a nosotros como espectadores: mientras ella detiene la respiración solo a intervalos, Puerto Rico deja de respirar todo el tiempo.  

Vanessa  es seleccionada hoy Mujer Destacada de Vega Baja 2013 en Deportes, pero los criterios de esta selección no se circunscriben a su conocido desempeño en la natación. Hay un reconocimiento explícito de unas cualidades humanas dignas de emular.  

Vanessa es de Vega Baja desde un 18 de julio de 1984 y físicamente no ha abandonado a su pueblo; a cada viaje, su regreso al lugar donde creció, en la urbanización Alturas de Vega Baja.

Su infancia, nada extraño,  está vinculada al agua, integrando a sus cinco años de edad el equipo Atenienses Nadadores del Norte, con sede en Manatí. Desde entonces sus brazadas van en constante escalada. Algo que veía venir su familia y entrenadores. Entre las primeras muestras  está su participación en los Campeonatos de las Islas del Caribe 1996, celebrados en San Juan, Puerto Rico.  En la ocasión se alza con oro en 50, 100, 200 y 400 metros libre y en los relevos 4 x 100 libre y 4 x 400 combinados, con marcas nacionales en su categoría de once-doce años.  Vanessa ha comenzado a representar a nuestra nación puertorriqueña a corta edad, y así parece entenderlo y aceptarlo con conciencia de adulta comprometida. Algo no tan sencillo decir, pues aún hay que estudiar mucho y combinarlo con los entrenamientos de uno de los deportes más sacrificados para el atleta, su familia y entrenadores.

Vanessa va de prisa, como todo aquel que le urge cumplir una importante misión para su patria. Un sucinto recuento de su trayectoria posterior a 1996, comenzaría al siguiente año. En 1997, los Campeonatos Centroamericanos y del Caribe, con medalla de oro en 50 y 100 metros libres y plata en 200 y 400 metros libres. En 1998, los Centroamericanos y del Caribe, en Venezuela.  En adelante es ya Vanessa de Puerto Rico. El número de competencias que le siguen nos deja la impresión de que es una mujer incansable e inalcanzable.  En 2004, alcanza el cenit de sus esfuerzos con su participación en las Olimpiadas celebradas en Atenas, Grecia. En 2005, el World Campionship (Montreal, Canadá); en 2006, los Centroamericanos y del Caribe (Colombia); en 2007, Campeonatos Mundiales (Melboure, Australia); en 2007, Panamericanos (Brasil); en 2008, las Olimpiadas de Beijing (China); en 2009, Campeonatos Mundiales (Roma, Italia); 2010, en Ohio State Grand Prix y los Centroamericanos y del Caribe, en Mayagüez, Puerto Rico, obsequiándonos oro en sus dos conocidos eventos y nuevas marcas nacionales y centroamericanas; en 2011, Panamericanos (Guadalajara, México); y, en 2012, por tercera ocasión, las Olimpiadas de Londres.

Captura a la prensa deportiva por sus impresionantes desempeños, por su juventud y por su calidad humana. Significativo es que en los artículos periodísticos siempre surge una expresión de  afirmación de nacionalidad sea de su patria grande, Puerto Rico, o de su patria chica, Vega Baja.  Por ejemplo, en ocasiones se refieren, y cito, a “la nadadora puertorriqueña…”, en otras a  “la nadadora vegabajeña participará mañana…” (estoy citando, mañana no compite, creo…). 

Las medallas obtenidas hacen grande a Vanessa, pero más inmensa la hace su representación de los llamados valores positivos. No de esos valores escritos en letreros promocionales que en la más de las veces parecen huecos, distantes de la realidad.  En su caso, son parte integral de su realización como persona, amalgamados a través del deporte, de las relaciones interpersonales, de sus estudios,  con calificaciones que la ubican en el “Cuadro de Honor” desde temprana edad hasta su bachillerato y de tantas otras formas que surgen de su experiencia de vida.

No es de extrañar que en 2006 fuese seleccionada mediante votación cibernética como la “atleta femenina del año”, bajo los auspicios del periódico Primera Hora, superando otras buenas atletas puertorriqueñas. Se reconocía en esta ocasión, no solo las ejecutorias deportivas,  sino la  calidad humana.  Bien pudiera decirse que Vanessa se guía por la versión opuesta de la conocida máxima mente sana en cuerpo sano; en su caso mejor decir, cuerpo sano en mente sana.  

Vanessa es de sonrisa franca, que algunos confunden con timidez, y de cabellos ondulados como si fuesen reflejos del movimiento ondulatorio que provoca su desplazamiento en el agua. De buscar un paralelo literario de la vida de Vanessa, se podría afirmar que es la versión femenina de El viejo y el mar de Hemingway en esa lucha tenaz contra la naturaleza, una lucha solitaria en que brotan los más elevados principios humanos; una lucha en soledad en el agua que al final descubrirá que no iba sola;  estuvo siempre acompañada por todo un pueblo, por toda una nación.

                                                                                                                             Wilhelm Hernández Hernández

                                                                                                          Marzo 2013



Categorías:Vegabajeñismo

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