Por Carlos Ayes Suárez
El Caribe contemporáneo ha sido el escenario del surgimiento de muchas iniciativas organizativas tanto políticas como culturales y ambientalistas fuera del ámbito gubernamental impulsadas por la necesidad e interés de los pueblos por defender los bienes patrimoniales, los recursos naturales y el medioambiente del mal manejo, la sobreexplotación y la contaminación. Las Organizaciones No Gubernamentales (O.N.G.) han contribuido positivamente en la región del Caribe a la protección, entre otras cosas, del importante legado cultural de las distintas culturas que conforman la misma. Uno de los aspectos de mayor importancia de dicho legado son los recursos arqueológicos tanto terrestres como subacuáticos.
Durante dicho periodo proliferan nuevas organizaciones tanto nacionales como internacionales que estudian arqueológicamente las Antillas y comienzan a establecerse nuevos museos que albergarían los hallazgos de los objetos arqueológicos propios de las culturas primigenias que habitaron las diversas islas. Dichas iniciativas, a veces con influencias gubernamentales directas o indirectas o sin ellas, representaron distintas formas de resistencia de los pueblos a la negación de su historia y más específicamente de sus etnicidad. Ese intento de fuga a la imposición de valores extranjeros y a la consecuente enajenación o zombificación del individuo, a decir del haitiano Charles Pierre Charles, encontró su paralelo en la figura histórica del cimarrón que exitosamente logra escapar de la esclavitud y sobrevive en sus palenques lejos del control de sus amos.
La creación hace cuarenta años de una sociedad de vegabajeños que decidieron dedicarse de forma permanente a las investigaciones arqueológicas surge dentro de la amplitud de una inquietud de dimensiones mayormente caribeñas que comienza a fraguarse bajo la sombra de la celebración municipal del bicentenario de su fundación con muy poca ayuda pero con un control indirecto condicionado por una paupérrima ayuda económica anual. Dicha sociedad adoptaría como identidad el nombre del cacicazgo del Sebuco y llegaría a tratar de establecer como jurisdicción de la nueva organización el territorio que suponían correspondía al mismo. Ese mismo año, entre los días X y X de septiembre, se da a conocer el resultado del trabajo de investigación que en apenas seis meses había realizado la sociedad y exponen por primera vez una amplia muestra de objetos indígenas descubiertos en el mismo municipio.
Se descubre que en territorio vegabajeño existían muchos sitios arqueológicos de gran importancia donde se conservaban importantes muestras del arte rupestre indígena y de los vestigios materiales de sus antiguos habitantes. Tal vez, fueron las Cuevas de la Carmelita una de las zonas de mayor importancia arqueológica y espeleológica exploradas. A partir de ese momento inician una ambiciosa jornada educativa mediante exposiciones, charlas y publicaciones sobre el tema no solo en Vega Baja sino en todo Puerto Rico.
Este año se conmemora el cuadragésimo aniversario de la fundación de la Sociedad Sebuco y de la celebración de la primera exposición de arqueología que se organiza en el Municipio de Vega Baja. Esa aparente iniciativa local era la repercusión en todo el Caribe de un movimiento de resistencia o cimarronaje cultural que en el caso particular de Puerto Rico estuvo impregnado del elemento indígena. En nuestra patria los barriles de bomba y los panderos de plena se decoran con elementos de la herencia indígena. 13 de mayo de 2016.
Categorías:Historias
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