1/3/2013 Por Thomas Jimmy Rosario Martinez
Su comienzo en la fotografía fue una casualidad. Jimmy era muy curioso, laborioso y negociante y le gustaba estar averiguando todo en su adolescencia. Afortunadamente, tenía una tía, Lydia Rosario Cordero que lo trataba con el cariño de una madre y quien le dió una cámara Kodak Brownie que supuestamente no servía y el se puso a investigarla, encontrando una manija de ajuste en el lugar equivocado. Compró un rollo de película 127, que daba 8 negativos. Tomó unos retratos, los envió a revelar y reproducir.
Para ese tiempo, el comerciante Rafael López, de la Calle Betances, vendía esos rollos a treinta y cinco centavos. El otro comerciante Demetrio Valle Díaz, (Don Deme) quien tenía un bar también en la misma calle aunque frente a la Plaza de Recreo, revelaba los rollos de negativos y hacía las impresiones. Para eso cobraba setenta centavos.
Su primer rollo se lo llevó a revelar su amigo de la infancia Guillermo Ortíz Colón. Hizo una colecta entre sus compañeros de la escuela, Jimmy le tomó un retrato a los que le dieron un adelanto de dinero y de ahí surgió su primer trabajo como fotógrafo comercial y sus primeros clientes. Luego, retrataba a sus compañeros de escuela a 5 centavos por cada retrato.
Fue creando fama, orientándose con otros fotógrafos y autoeducandose
Esteban Rosario Cordero
sobre el arte y el negocio de la fotografía. Su padre, Esteban Rosario Cordero, se orientó con Don Deme sobre cómo era el proceso de revelado de negativos e impresión de retratos. Luego consiguieron químicos y papel y Jimmy preparó una copiadora de contacto de madera para terminar el producto.
Jimmy dice que este invento lo cautivó desde el principio porque para él era como algo mágico.
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