Tensa espera para los padres de Iván Rodríguez

Don José y doña Eva aguardan con ansiedad y optimismo el anuncio que le daría a su hijo un espacio en el Salón de la Fama en Cooperstown 13 de enero del 2017

por Luis Santiago Arce, EL VOCERO

VEGA BAJA – Para don José Rodríguez y doña Eva Torres, los minutos pasan en estos días ‘a cuenta gotas’ y se hacen eternos en ansiosa espera que llegue el miércoles 18, el gran momento de inmortalidad deportiva de su hijo.

Ese día, el legendario ex receptor de Grandes Ligas, Iván Rodríguez Torres, podría convertirse en el cuarto boricua, y primer vegabajeño, en ser exaltado al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown, Nueva York. Nada mal para aquel bien alimentado niño que a los seis años de edad comenzó a jugar pelota en el parque de las Parcelas Amadeo de su natal Vega Baja bajo la dirección del ya fenecido Julio Pabón.

“Imagínate, bien emocionada… estoy ansiosa en esa espera. No he querido ni mirar mucho lo que dicen y lo que sale en los periódicos. Quiero ir conociendo los números poco a poco”, fue la primera reacción de Doña Eva en visita de EL VOCERO a su residencia en el Barrio Algarrobo de Vega Baja.

“Esto es lo que uno más o menos sueña desde que uno empezó a correr por los parques para llevarlo a los juegos. Este galardón, que estoy segura que lo vamos a conseguir, sería lo máximo. Para mí como madre sería un gran orgullo que lo que empezamos hace tanto tiempo finalice ahora con este premio… es ahora y hablando se me hace un taco en la garganta, cuando salga (electo) eso será un mar de lágrimas”, agregó con una radiante sonrisa.

Sería, asimismo, el punto culminante de una trayectoria deportiva llena de momentos de gozo y felicidad.

“Cuando lo firmaron (al profesionalismo los Vigilantes de Texas en 1988) lo celebramos porque fue uno de sus primeros logros, pasar de chiquitín a estar entre los grandes, y ahora a esperar esto que va a ser lo más grande. Estamos seguros que ya tenemos algo ahí para celebrar otra vez”, subrayó Doña Eva, creyente en la cábala del número 7 que usaba su hijo en la camiseta, para ser exaltado a Cooperstown en el séptimo mes del año en 2017.

Don José, por su parte, confesó que “me siento un poquito nervioso porque todavía no tengo la seguridad si el hombre (Iván) estará adentro (del Salón de la Fama) definitivamente. Ya tú sabes cómo están los nervios, pero esto hay que cogerlo poco a poco y tranquilo. Dios quiera y tengamos esa oportunidad. Para mí es merecedor de ese premio. No creo que deba esperar (a un segundo turno). Los números que ha tenido son pa’ picar de la primera ocasión. Los números están ahí, y eso no lo escribe él. Eso ya está escrito porque él lo hizo… y no tengo palabras que decir de este premio. Solo tan agradecido de Dios por darme ese momento de que Iván caiga seleccionado para el ‘Hall of Fame’”.

Como ex pelotero y luego dirigente de béisbol infantil en Vega Baja, Don José recordó que desde su inicio Iván “sobresalía sobre sus compañeritos… por experiencia uno sabe desde ese momento quiénes son los candidatos a seguir progresando en el béisbol”. Aceptó, incluso, que su hijo mayor, José ‘Tito’ Rodríguez, pudo haber sido pelotero profesional antes que Iván, a quien firmó el ya fenecido Luis Rosa por recomendación de Manny Batista y Eddie Santiago, entonces escucha local de los Vigilantes en la Isla.

“No se pudo con este (‘Tito’), pero les dije: ‘tengo un ‘catcher’ (Iván) que se los recomiendo desde este momento, con 14 años… ustedes dicen que tienen otro ‘catcher’ de 6’1 en Carolina, pero el mío tiene un corazón de 18 pulgadas de circunferencia que es la diferencia. Ahí te lo dejo. Dale seguimiento, no te lo pierdas’. Y mira donde estamos ahora”, enfatizó Rodríguez, padre.

Sentenció, además, que más allá de la potencial inclusión a Cooperstown hay otra distinción pendiente para Iván.

“Después de haber jugado sus 21 temporadas, llegar al ‘Hall of Fame’ es el mayor regalo para un atleta. Y lo único que quedaría es que Texas le retire el número 7 del uniforme. Eso completaría todo esto”, declaró Don José, quien ahora vive el inicio de un camino similar con su hijo menor, Manuel, de apenas 10 años.

“Estoy enfiebra’o otra vez y vamos pa’lante. Le doy gracias a Dios por mis tres hijos, que siempre me han respetado y siempre he dado el máximo por ellos”, concluyó.



Categorías:Historias, Vegabajeñismo

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