Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Recientemente el legislador municipal vegabajeño Angel Abdiel Rodríguez Nazario radicó un proyecto de resolución para apoyar la consulta estatal que se hará próximamente para definir la preferencia de los puertorriqueños sobre el estatus político de Puerto Rico. La Legislatura Municipal tiene una merma de cuatro legisladores municipales populares que han renunciado por distintas razones y el proyecto se sometió a votación, siendo derrotado por una escasa mayoría de los populares sobre dos populares que votaron a favor y las delegaciones de las minorías que igual hicieron.
Primero que todo, uno no entiende que si recientemente fueron electos a sus puestos de legisladores municipales y su partido no ha sido triunfador en las elecciones estatales, cómo es que sin apenas calentar su silla, éstos renuncian. Al menos sé que uno de ellos se sintió traicionado por el alcalde al conceder un puesto de confianza a otro candidato distinto al suyo. Otros parecen que no ven futuro en ser legislador municipal bajo el ala popular o dentro de la presente administración del alcalde Marcos Cruz Molina.
Ser legislador municipal es un honor muy grande. Es la representación más cercana que puede tener un ciudadano para hacer, con su voz y su voto, que las cosas se le de formalidad legal, fiscalización y perfección.
Algunos legisladores vienen con viejas ideas que tradicionalmente ha animado el poder ejecutivo para aumentar su poder y disminuir el legislativo y no les importa. Piensan que el partido es más importante que sus funciones, derechos y obligaciones y sucumben a la regla de la mayoría.
Lo hacen porque generalmente son insuficientes. Dependen cada cuatro años que el candidato a alcalde los incluya como candidatos a legisladores municipales y no quieren perder la bendición o la cantidad de dietas que le dan por sesión o comisión. Y es mejor pasar desapercibido o apoyar lo que otros piensan, que parecer disidente y provocar el rompimiento de la armonía partidista.
Afortunadamente, existen las actas municipales que reflejan lo que todos dicen o no dicen. Cuando cada cual sea juzgado en su honor de haber sido un legislador municipal habremos de encontrar los “yes man” de la vida y los que nada aportan porque reciben los setenta y cinco dólares por comparecer y calentar su silla solamente. Otros, sin luz propia, se aferrarán a la luz de otros y quedarán en la sombra de los demás.
Se supone que en el cargo de legislador municipal hay una honorabilidad que dura desde que se toma posición hasta que se deja de ser legislador municipal. Otra será la que quede el resto de la vida del que fue legislador, por lo que hizo en favor de sus representados. Esa, la del juicio de la historia, es la más importante. Algunos la echan a perder con el uso inadecuado o irresponsable de ese poder. Otros, son los que los historiadores llevan a las páginas donde un nombre no es tan importante a no ser por lo que hizo.
Creo que los legisladores municipales que votaron en contra del proyecto de Angel Abdiel Rodríguez se equivocaron. Recurrieron al ningunismo, a la retranca, a la posposición y a la inacción. Lo hicieron aun cuando no hay posición oficial en su Partido Popular o hay posiciones contradictorias, lo que les hubiera permitido la liberalidad de expresar lo que piensan. ¿O no piensan?
No lo sabremos, a menos que presenten su versión de lo que ellos quieren sobre el estatus. Moralmente, están obligados a hacerlo porque no se puede ignorar la ley que crea la consulta.
Señores legisladores, deben trascender. La historia la está haciendo la minoría de su partido y la de los demás. Deben ser más sensibles y dar la milla extra, como los indios, pegando su oído en tierra para escuchar lo que viene.
Categorías:Análisis, Historias, Vegabajeñismo
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