Por Miguel A. Ojeda Trinidad, Legislador Municipal PIP
Este año tuvimos un Mensaje de Presupuesto distinto al de los previos mensajes del alcalde al pueblo, que son al menos dos al año, incluyendo el del informe sobre el estado de situación del municipio.
Para evaluar la calidad en este año de recortes, debemos comenzar por expresar nuestro criterio de que no debe repetirse en el Teatro América. El montaje es un gasto innecesario. Había más sillas vacías que con gente. La capacidad de nuestra sede en el Edificio Rafael Cano para la asistencia que se espera, es suficiente.
Por lo menos comenzó sin los protocolos tipo de corte real que antes se acostumbraban. Aun así, los elogios de algunos legisladores dentro de la sesión -porque el acto es una sesión legislativa- suenan como protagonismo innecesario de alcahuetería partidista y lo que dicen para acentuar “la grandeza” del alcalde no aporta nada. Si tenemos la paciencia de escuchar mudos lo que el alcalde tiene que decir, con mucho respeto, no es necesario que nos endilguen propaganda adicional para dar una impresión de que hay apoyo y control.
En su discurso, el alcalde Marcos Cruz hizo ataques impropios partidistas a la oposición política del Partido Nuevo Progresista, comparando las administraciones populares con la del alcalde Luis Meléndez Cano y la suya. Incluir esos temas dentro de un mensaje que supone otra definición, es utilizar dinero del pueblo para hacer política partidista solapada, como lo era su lema de “Marcando la Diferencia”.
Pero si el ego no fuera un issue de ese mensaje, lo que nos dejó perplejos fue su distinción elitista de ellos (los empleados regulares) y nosotros (los que mandamos). Según Marcos Cruz, ellos no merecen una jornada completa ni un salario completo porque las cosas están tan malas que ni podemos cumplir con pagar sus salarios aumentados recientemente y ni siquiera su jornada completa, por lo que hay que reducirse su trabajo y su salario a casi la mitad. Pero nosotros, los funcionarios públicos, no podríamos reducir nuestros salarios a la mitad sino solamente un pequeño descuento del diez por ciento porque nosotros somos los verdaderamente importantes y debemos estar disponibles para trabajar las veinticuatro horas, si es necesario.
Eso es una injusticia. Los salarios entre ambos grupos de trabajo no son comparables. Los funcionarios ganan el doble o más que los empleados de carrera y tienen privilegios y beneficios mayores que los otros. Al final de sus carreras, también sus pensiones son más altas. Y el alcalde, que debe dar el ejemplo, goza además del privilegio de tener auto, gasolina, más beneficios proporcionalmente hablando y más libertad que los empleados municipales. Eso es aprovecharse del poder para oprimir.
No habló de despidos, ni siquiera de los que ha contratado en el último año, algunos de los cuales se dice que lo hizo para que le hicieran política partidista o para que velaran a sus huestes ahora que no tienen local de comité municipal.
¿Acaso el alcalde no se ha dado cuenta de su falta de equidad? ¿O es oportunismo para beneficiar a las personas de su confianza y a él mismo en momentos de crisis cuando debe haber uniformidad si hay que hacer sacrificios?
El estilo y el contenido, sin duda alguna, fue de prepotencia. Si antes había división, ahora hay desproporción. Y sus gestos ordenando con su dedo a sus ayudantes repartir copia escrita de los mensajes y unos proyectos inmediatamente antes de dirigirse a la Legislatura Municipal y a la audiencia y no con mayor tiempo, es una labor que le corresponde a la Secretaria de la Legislatura Municipal. Todo debe tramitarse de acuerdo al orden establecido. Esto evidencia su deseo de poder hegemónico sobre nuestro cuerpo legislativo, como si fuese un brazo más del poder ejecutivo.
Creo que el alcalde debe ser más un ente inspirador y no un administrador, porque para esa labor hay personas designadas en todos los departamentos y oficinas. Pero el insiste en la microadministración, porque obviamente desconfía de todos. Incluso, hasta su reacción personal de carácter de coraje e imponente como primera respuesta ha sustituido su anterior recepción amable ante asuntos o quejas.
Notamos la ausencia de legisladores estatales que en otros momentos asistían a los mensajes. También el tono en que lo expresó fue tétrico, leído en su mayor parte, sin emoción y sin ganas. Como asunto nuevo trajo un Museo de Deportes que no sabemos, en este momento si sustituirá o integrará al Museo del Salón de la Fama del Deporte, que existe en el Museo Casa Alonso y que es una entidad privada que ha apoyado bajo su administración.
En resumen, nos parece que el alcalde Marcos Cruz Molina, optimista en sus cuatro años anteriores en que el PPD dominaba en el Gobierno Estatal, ahora se ve triste, a la defensiva, hasta medio derrotado. Quiere asegurar su propio beneficio a la corta y a la larga y de su salario grande de $84,000.00 se quedará aun en un apetecible ingreso de más de $75,000.00. Eso, señor alcalde, no es suficiente dentro de las circunstancias actuales. Eso no es un sacrificio. La humildad y el amor a un pueblo, elementos de esa palabra, son otra cosa.
Si se llama al sacrificio, quiero recordarle al compañero maestro que aun está dentro de Marcos Cruz Molina, un versículo bíblico, que sé que conoce y que debe hacer su norte: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos”.
Categorías:Análisis, Vegabajeñismo
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