Intimidación

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Por Thomas Jimmy Rosario Martínezlogo-ehv-diario-vegabajeno-de-puerto-rico-small

La intimidación es una fuente de poder. El que intimida tiene a veces una ventaja sicológica, material y a veces hasta espiritual sobre el intimidado. Son generalmente dos personas en interacción, pero pueden ser más, en una situación de ventaja o de desventaja, dependiendo de como miremos el acto, que puede llegar a ser continuo.

La intimidación existe en todas las áreas de la vida. Muchos padres intimidamos a nuestros hijos en lugar de la palabra suave pero firme, a nuestras compañeras o esposas,  las amenazamos en lugar de entendernos con la palabra de amor y a los amigos y conocidos con estrategias para lograr nuestros propósitos a cualquier costo.

A veces la intimidación se convierte en vicio. En días pasados me decía Esmirna Vega que una persona que ambos conocemos le confesó que él acostumbraba poner en vergüenza pública a cualquiera que se opusiera a él, divulgando información de su pasado. Su parte débil es que no aguanta presión. Es un lobo que se come crudas las ovejas pero no sabe como enfrentarse a un cazador. Y lo peor de todo es que como todos lo conocen con esas actitudes, se queda solo en cada actividad que emprende. Desde el punto de vida sicológico es un solitario que no ha trascendido maneras de integrarse a la sociedad, para ser apreciado por sus valores, que de seguro los tiene. Pero su actitud empaña su talento. Y como todos saben para qué quiere el poder, no le dan paso.

Conozco patronos, públicos y privados,  que para lograr una relación esclavista y abusiva acosan e intimidan a sus empleados. En organizaciones cívicas, religiosas y políticas igual se utiliza la intimidación para escalar y a veces, hasta para robar.

Los políticos, de todo nivel, muestran una tendencia más visible hacia la intimidación. Los que creen en un ideal y son fogosos, trascienden las mínimas distancias de respeto y con palabras fuertes y hasta soeces tratan de imponer su verdad con el insulto. En ese plano hay muchos profesionales que a veces parecen graciosos para muchos, pero en realidad son insolentes y creídos.

Algunos se afectan y se alejan del alcance de los boquisucios, dejándolos que continúen su paso con una nueva víctima. Otros se enfrentan y lamentablemente, bajan al nivel donde su intimidador generalmente desarrolla su estilo de vida, al que combatir con inteligencia.

En los últimos tiempos hemos visto intimidación de todo tipo, principalmente en los centros de estudios universitarios, la zona bancaria, los tribunales estatales y federales, agencias públicas y comercios privados. Se ha interrumpido reuniones lícitas y se ha restringido la libertad de personas. La intimidación mediante hostigamiento no produce resultados legales positivos para el hostigador, mas bien lo convierte en un delincuente.

No importa el poder que produzca la intimidación. Ya hemos visto hasta dos alcaldes que han pagado con su honor y su libertad por traspasar la línea de respeto y decoro y uno que ya ha sido sancionado con el daño autoinfligido que desembocó en una fuerte transacción económica y su suspensión temporera como primer ejecutivo de Guaynabo. En las protestas que se han hecho si es verdad que a algunos se les reconoce su derecho a expresión, otros son multados, encarcelados y hasta detenidos sin fianza en espera de juicio por sus actuaciones. Los protestantes intimidan con su fuerza verbal, carteles y actuaciones. Las fuerzas de seguridad con sus métodos y armas de defensa a veces se convierten en ofensiva en respuesta a la agresión verbal, daño a la propiedad o a la agresión.

Hay que eliminar la intimidación mientras existen otros medios y métodos para lograr los objetivos del mundo. El pacifismo que introdujo en la India Mahatma Gandhi y Martin Luther King en Estados Unidos, produjo cambios. Algunos de los actos de Rubén Berríos que siguieron ese camino, tambien han sido efectivos.

Los modelos siempre son aleccionadores, pero necesitamos una nueva base moral que nos sirva de paradigma para lo que queremos como pueblo. Esa base tiene que eliminar la intimidación a nivel personal y en toda acción de los colectivos, si es que queremos mejorar como sociedad.



Categorías:Análisis, Vegabajeñismo

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