Fallece la poeta Carmen La Puerta Gil

Carmen Lapuerta

Por Leonardo Thillet

Nuestro angel, mejor amiga, nuestra mamá ya está sentadita con Dios…
De seguro recitándole poesías de su amado Cerro Gordo y tocando melodías con su violín.
Agradecemos inmensamente sus oraciones de fortaleza para nosotros y así mismo le pedimos un poco de espacio y privacidad.
Una vez acordemos los próximos detalles, todos serán notificados.
Un abrazo a todos! Los queremos mucho…
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Mujer de Luz

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Carmen La Puerta Gil iluminaba con su presencia. Desde que conocí a esa hermosa dama me confió muchos asuntos legales y personales en los cuales triunfó secretamente porque nunca buscaba soluciones oportunistas, sino justas.
Una madre entregada a sus hijos y a su familia, le daba tiempo para compartir con su comunidad, su iglesia y sus amigos. Fue una excelente trabajadora y compañera de la industria General Electric. Para la cultura, tenía una afinidad natural. En una ocasión se me quedó la guitarra en su casa y se la dejé para siempre  porque en su interior el sello del fabricante era Carmen, como su nombre.
La última vez que la vi fue a través de la verja de la Iglesia Católica de Cerro Gordo cuando me dijo que estaba practicando el violín y que seguía escribiendo poesía. Ella estuvo en la actividad de poesía amorosa que celebramos hace algunos años, donde me pidió que le permitiera leer un hermoso  poema a Vega Alta y otro más, que con gusto, lo disfrutamos.
Carmen era una persona agradable, de una belleza interior cultivada. Le gustaba  asociarse con personas positivas en las que pudiera aprender y mejorar su vida en todos los aspectos. Conocía el concepto de la amistad como debe ser. Como el titulo de este escrito, así era ella, una mujer de luz.
Hacía días que no la veía pasar en su vehículo, cuando tenía la oportunidad de saludarla en la distancia. Tampoco sabía que sufrió una condición de riesgo para su vida. No me la imagino siquiera inconsciente, porque su energía era siempre evidente. Aunque no nos encontrábamos a menudo, siempre era un placer inmenso verla y hablar con ella.
El recuerdo basta, porque ya la estoy extrañando.


Categorías:Biografía, Leonardo Thillet

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