Reflexiones sobre las «Fiestas Tradicionales»

Thomas Jimmy Rosario Martinez por Rudy Rivera

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

De niño, residía frente a la Plaza José Francisco Náter. De jóven y adulto, trabajé en el negocio Fotografía Rosario de mis padres y luego tuve oficina legal en el mismo lugar de la Calle Acosta 66. Mi perspectiva de todo lo que ha acontecido desde fines de la década de 1950 es una privilegiada porque he visto, escuchado y sentido la vida de los vegabajeños. También he estudiado distintas fuentes de la historia como documentos, libros y he recogido testimonios para poder sustanciar mis escritos de historia.

No tengo el monopolio de la verdad. Es solo una visión, un marco de la realidad que se forja con la ayuda de lo que sé y que adolece de lo que nunca he sabido o quizás delo que he olvidado. Puedo estar correcto o equivocado; no presumo la perfección. Solo me gusta exteriorizar  y  compartir con los demás para aportar a ese conocimiento supremo y completo que ningún ser humano, por más docto o experimentado, tiene. Pero al que todos aspiramos a aproximarnos.

El tema de las fiestas patronales de Vega Baja lo comencé a documentar desde temprano en mi vida. Hay un mismo escrito que fue insertado en dos ocasiones por dos años corridos en el programa escrito anual el que resume la tradición hasta 1973, cuando apareció publicado. Otros escritores han superado mis hallazgos y transformaciones en el tiempo que han hecho distinta la manera de celebrar lo que supone hubiera sido una tradición de una de las sectas religiosas en recordación de una de las caracterizaciones del ente espiritual que se venera, que en este caso, es la Virgen del Rosario. Por otra parte, el mundo secular supone reafirmar los valores en que constituye su motivación, que es el pueblo de Vega Baja con sus actores, que son los vegabajeños.

Me gustan todas las fiestas de mi pueblo. Las Patronales me las gocé hasta el cabo. Bailé en la Plaza y en el templete, jugué en las picas, comí, bebí y hasta con mis fraternos y amigos atendí quioscos, eché carnaval a las muchachas que me gustaban para llamar su atención y asistía a mi padre tomado retratos en su estudio durante esos diez días maravillosos de un ayer que no regresa.

La actual razón de ser de las fiestas anuales es el relajamiento y el entretenimiento. Solo los católicos devotos piensan en su manera de reafirmar su fe en la Virgen del Rosario, que fue escogida, como en otras comunidades del mundo para ser la patrona de la Villa de Vega Baja del Naranjal a finales del Siglo XIX. Eso es parte de un protocolo religioso de la Iglesia Católica Romana y que como parte del proceso de colonización de los pueblos, le correspondió al nuestro participar del mismo en el momento en que comenzó nuestra separación de Vega Alta, Vega Alta de Manatí, Manatí de Arecibo y cuando se fundó Vega Baja.

Los evangélicos de todas las denominaciones estaban excluidos porque sólo había una religión oficial que influía determinantemente en la vida de los vegabajeños. Aquí el concepto de tradición que celebra nuestro pueblo en estas «Fiestas Tradicionales» en una de exclusión, forzada inconscientemente por la fe que profesa el excelente alcalde de nuestra ciudad. Eso, que parece bueno, no lo es. Constituye discriminación selectiva contra los otros grupos religiosos. Lamentablemente, se utiliza personal y recursos municipales para continuar una práctica que había sido superada.

Repito que las fiestas tiene como propósito el relajamiento y entretenimiento. Tampoco realzan el vegabajeñismo ni a los vegabajeños, como fue en el pasado y como debería ser.

El Gobierno Municipal ofrece actos para que las masas se muevan al pueblo. En la década de 1970 nos dimos cuenta que la gente no cabía en la Plaza. La ocurrencia de accidentes con las máquinas de diversiones en otros pueblos y en el  nuestro,  atentados contra la vida de personas por problemas domésticos o del negocio ilícito de drogas y hasta muertes por distintas razones hicieron que se repensara el casco del pueblo como lugar de celebración, por lo que se trasladó la actividad al estacionamiento municipal del lado oeste de la ciudad. Eso se hizo primero con las máquinas y luego con el templete, que para entonces ya era una plataforma montada y no un templete de madera y pencas. Por algunos años también se usó la concha acústica de concreto que se construyó en la Plaza y que ya no existe.

Se cambió el nombre de la actividad a Fiestas de Pueblo para evitar el problema constitucional de separación de estado y religiones. El Programa de las Fiestas Patronales que se publicaba se convirtió en El Libro del Año bajo la administración de Luis Meléndez Cano.  Era una edición voluminosa y costosa que entró en decadencia con el que se publicó en 2005 bajo la nueva administración municipal que más parecía un catálogo de anuncios, sin contenido y de una pobre calidad. Por razones económicas, bajo Marcos Cruz la publicación se achicó, volviendo al tamaño grande este año de 2018.

Creo que la mejor oportunidad que tiene el vegabajeño de realzar sus valores es el 7 de octubre, día tradicional de la fundación de su pueblo. Ese día es como el 25 de diciembre que se escogió para el nacimiento de Cristo, pero que no se sabe con certeza cuando fue en realidad. Pero los documentos existentes y la tradición oral nos llevan a esa fecha dentro del cono de incertidumbre como llaman los meteorólogos a la posibilidad de impacto de un huracán.

Hace unos años redacté un proyecto de ordenanza municipal para declarar el Día del Vegabajeño. Marcos Cruz, quien entonces era legislador municipal, fue el autor en su presentación, la que fue aprobada por unanimidad por la Legislatura Municipal y el alcalde, que entonces era del partido contrario. Desde entonces, todos los años tengo que recordarle a las autoridades el poco caso que se le hace a ese paso que se dió para reafirmar los valores de los nuestros. Es como si no estuvieran convencidos de la efemérides que ellos mismos validaron.

El 7 de octubre de 2018 es el próximo domingo. Será una celebración discreta. No hay músicos vegabajeños prominentes anunciados ni en la nómina de este año para participar. Sólo el junte voluntario de los héroes tradicionales del Rumbón de Pueblo sacan su cara de generosidad. Tampoco han anunciado a quienes debemos reconocer como valores del año en una fecha tan memorable como el Día del Vegabajeño, que es un día oficial, que no ha sido derogado por la actual administración.

Las Fiestas Tradicionales se celebran en torno a esta fecha, que debiera ser la más importante, pero este día sigue, inexplicablemente, escondido entre los rincones como dice la letra de la canción  Muñeca Fea de Francisco Gabilondo Soler. Escribió Cri Crí: «Tus amigos no son los del mundo porque te olvidaron en este rincón. Nosotros no somos así. Te quieren la escoba y el recogedor, te quieren el plumero y el sacudidor, te quieren la araña y el viejo veliz, también yo te quiero y te quiero feliz».

Quienes tienen el poder son gente bien intencionadas. Un poco de afinación nos hará un pueblo más inclusivo, a tenor con los tiempos actuales y los que vendrán. Esto no debe ser un reto personal, sino uno colectivo. Los invito a la reflexión y a la acción.



Categorías:Thomas Jimmy Rosario Martínez, Vegabajeñismo

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