
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
A partir del próximo miércoles comienza un nuevo año para los que nos regimos por el calendario gregoriano. Un año de los nuestros mide el tiempo en 12 meses, 52 semanas y usualmente 365 días, pero como este es un año para complementar deficiencias en nuestras sumas y restas, tendremos 366 días.
Como sabemos, esto se conoce como año bisiesto. Su origen es romano y un poco complicado para entenderlo. Pero si seguimos el curso de la naturaleza, que es perfecta, no podemos controvertir el orden establecido, porque entonces los minutos tendrían que ser más largos en una dimensión de tiempo inmedible.
En nuestro sistema de derecho político, es tiempo de elegir personas para ocupar cargos públicos de relevancia constitucional y otros estatuidos por ley. Las elecciones se celebrarán el martes 3 de noviembre, coincidiendo con las elecciones presidenciales de Estados Unidos de América.
Mañana lunes será el último día para radicar candidaturas pero no significa que se cierra el ciclo para saber el cuadre total de los que se postulan. De hecho, son precandidatos hasta que se declaren triunfadores si no hay contendores o ganan en una primaria. Después del martes, pueden presentarse reclamaciones administrativas y hasta judiciales para los que sean rechazados, si alguno. Tambien habrá bajas de candidatos que no quieran continuar y hasta sustituciones de candidatos por los que se le llaman de agua o los que se mueran. Eso sí, los próximos seis meses los precandidatos revelarán sus ideas para hacer un Vega Baja y un Puerto Rico mejor. Y hay que escucharlos.
Algunos candidatos descansarán en que por haber estado en la palestra pública por mucho tiempo, los votantes lo conocen y piensan que es mejor uno malo conocido que uno bueno por conocer. Eso es lo que usualmente se le llama “factor reconocimiento”. Otros menos conocidos estarán llamando la atención en todo lugar que se pueda y serán simpáticos y atentos como lo han aprendido de los políticos triunfadores.
Los menos estarán mirando el retrato del pasado y el presente y pensando bien el futuro para trabajar de corazón, aunque sea con candidez. Y no se preguntarán el día primero después de haber ganado lo qué van a hacer, como los demás. No van a considerarse privilegiados y encumbrados con los títulos que se les brindan temporeramente ni se va a olvidar de sus ideas cuando no habían compromisos con nadie. A esos, sobre los otros, tendremos que identificar y distinguir, si queremos un Vega Baja y un Puerto Rico mejor.
Los políticos que obtienen cargos públicos en elecciones y nosotros los electores tenemos que saber que por ley, hay fecha de expiración para toda posición. Ya sabemos que después de la experiencia del verano de 2019, esa fecha no tiene que llegar y que si lastimas a tu pueblo, a tus compañeros de posición o a las personas a las que les debes tu financiamiento electoral, te van a reclamar y dejar sin nada y que a lo mejor hasta tengas que enfrentarte a un procedimiento criminal. Es mejor, pues, comenzar con el pie derecho. Hacer las cosas para ganar como se juega en un casino, bajo las reglas.
En Vega Baja, posibles candidatos a alcalde han sido descertificados por su partido. A otros alcaldes desde temprano en el siglo XIX se cuestionó su idoneidad para el cargo y más de un alcalde ha sido destituido. Varios han sido juzgados por corrupción, especialmente en los últimos años y un asambleísta municipal por influencia en un jurado en Bayamón. Dos alcaldes han salido culpables, uno ha cumplido cárcel. Varios senadores y representantes de nuestros distritos representativos han sido señalados también por corrupción y han tenido que abandonar su cargo. Algunos de ellos también han sido convictos.
Otros alcaldes han llegado a la obsolescencia, porque no se retiraron a tiempo y fueron sustituidos con el voto. En nuestra ciudad, hasta el experimento de poder compartido se hizo en 1976, sin consecuencias. Y el de cambio de partido al poder, como castigo en 2004 y 2008, tampoco fue eficaz. Los candidatos del Partido Popular -y no los partidos- son los que tienen los más importantes récords de longevidad política en Vega Baja.
Mi percepción es que en Vega Baja, como en Puerto Rico, la lucha partidista ha pasado a ser de segunda importancia. Lo que está en la mente de la mayoría no es seguir los ideales de un partido político, porque no nos dijeron la verdad ni cumplieron con sus promesas. Por lo tanto, no son confiables.
La ausencia de mítines de masas, locales para los comités políticos permanentes, pobre desempeño de la minoría principal en la Legislatura Municipal, falta de liderato suplementario en el partido principal, ninguna comunicación para los ciudadanos de parte de los partidos en los últimos tres años y la desaparición de colectas públicas, programas radiales y defensas de los “comunicadores”, especialmente aquellos intensos, dan la impresión de un gran vacío en lo que conocimos como política tradicional colectiva.
El espacio queda reservado, en primera fila, para los candidatos. El único problema que tienen los insuficientes y dependientes de la colectividad es que la salvación es individual. El requisito es llegar derechitos, sin sombras ni esqueletos en el closet. Después que lleguen, deberán seguir el rastro de promesas que hayan dejado en esta etapa y velar la historia que van forjándose.
Cumplir es una parte fundamental del carácter individual. Tendrán que seguir derechitos y aguzarse, porque los estarán velando.
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La ausencia de todo eso que dices se une a una gran ausencia de líderes que respalden sus promesas con la acción, es evidente. Por eso prefieren no tener lugares donde se les pueda tomar el pulso, y así predisponer al pueblo a aquel trillado slogan “lo está haciendo bien, el cambio se ve, ha sido bueno, etc, etc”. El asunto es, que casi ninguno de los candidatos tiene propuestas creíbles para enfrentar las distintas problemáticas que ellos han dejado apoderar de nuestro país por su falta de circunspección.