Teorías de conspiración

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Cuando trabajaba en la Asamblea Legislativa de Puerto Rico con las delegaciones minoritarias del Partido Nuevo Progresista entre 1983 a 1986, mi labor profesional como asesor jurídico consistía en crear, preparar, corregir y analizar todos los proyectos de ley y resoluciones que se presentaban para radicación y que eventualmente se convertirían en proyectos y en legislación rechazada o aprobada.

No todas las medidas corrían igual suerte, ya que unas se quedaban en ideas, otras no pasaban a consideración y especialmente las de minoría, no se incluían en el Calendario o se rechazaban. En la parte política-partidista que caracteriza toda la actividad en esas cámaras legislativas aprendí lo que querían los legisladores, que era que había que contar con argumentos en contra de las medidas de las oposiciones a la que yo representaba y a estar preparado para refutar los fundamentos de las medidas contrarias.

Bajo la teoría de ellos, sólo habían blancas y negras, pero como fotógrafo conocía los grises y los colores. La evaluación que hacía de la legislación no la podía hacer únicamente bajo las exigencias limitadas dentro de los propósitos politico-partidistas de mis superiores. Mis informes, pues, contenían una gama de observaciones sobre puntos correctos y equivocados.

Siempre atendí las medidas como deben verse las leyes, desvinculadas de las «pildoras venenosas» y los malditos matices. Eso me valió la confianza no solo de los legisladores penepés sino de los demás partidos allí representados, quienes le solicitaron permiso a mis jefes para que les ayudara a evaluar proyectos con potencial de aprobarse. Igual situación me correspondió luego con los legisladores municipales a los que he servido independientemente de su color en distintos cuatrienios.

Las teorías de conspiración nacen de la desconfianza, pero a veces de las posiciones inflexibles de los seres humanos que tienen esa desconfianza. En nuestros días, el asunto de la marcha ha sacado a flote viejas teorías sobre promotores, marchantes y terroristas y es necesario revisar nuestras propias creencias para no sumar a las equivocaciones usuales -a veces creencias generalizadas- que tanto nos dan motivos de preocupación.

Hay que partir de la premisa, a base de la experiencia, de que en cada marcha hay elementos de muchos sectores que se aprovechan de las circunstancias para adelantar sus posiciones o sus creencias. El gobierno tiene el poder que le concedieron sus electores, pero a los gobernantes no se les ha autorizado a excederse en el poder. La Policía, como uno de los elementos que procuran la seguridad, no puede excederse a su función de proteger la vida y la propiedad. Los ciudadanos, no importan lo que crean, tampoco pueden tomar la justicia en sus manos.

Lo malo son las agendas de vida. Las creencias, muchas veces bien razonadas para echar adelante a Puerto Rico, producen ceguera y dañan la sociedad cuando se convierten en prejuicio. Si creemos que todo lo que hace el gobierno está amañado o que todo marchante es un terrorista, nunca podremos ponernos de acuerdo en adelantar nuestra sociedad.

Hay que saber distinguir a un favorecedor de una idea, al que se suma como promotor y al que marcha. A los tres hay que respetarlos aunque no creamos en su propósito. Habrá personas e instituciones oportunistas que quieran aprovechar la ola y no podremos evitarlo. Y los que representan el gobierno deberán trabajar para proteger esos derechos porque es su obligación.

Los que dudemos de algunos o todos tal vez podamos aprovechar para conocer deficiencias en nuestra sociedad que puedan superarse, si somos objetivos en nuestro juicio de las circunstancias.

La mente es un lugar de cultivo del todo. La mayor parte de las teorías de conspiración, son ideas elaboradas desde la ociosidad o para reafirmar posiciones. Es mejor enfocar en el asunto que se denuncia y olvidarnos de la hojarasca que la rodea.



Categorías:Vegabajeñismo

2 respuestas

  1. El presente Régimen Colonial ha perdido toda se credibilidad
    No es ninguna teoría ni fantasías cuando se ve a la policía teniendo una conversación con un emascarado antes de que el sujeto rompa adoquines y después el sujeto cometa actos de vandalismo ante la presencia de la policía y la policía no lo arreste. «Misión cumplida» es una frase que no se olvida en la memoria colectiva del pueblo de Puerto Rico.

    • Grcias, José. Cada cual cree lo que quiere creer. Cada cual ve una clase de verdad. Pero siempre hay más de una verdad. Dice un viejo adagio: «Nada es verdad, todo es mentira, todo depende del color del cristal por donde se mira». Yo veo las verdades por los criterios del derecho que estudié y práctiqué por 32 años y por mi preparación y práctica en la historia. Podemos diferir de lo que vemos y opinar lo que creemos. Eso nos hace humanos, distintos uno del otro. Pero no nos hace enemigos. Al final somos dos seres buscando la verdad y llegaremos uno mas tarde, otro más temprano, al camino correcto.

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