Reflexiones sobre «Caribe China, Ventana a la modernidad»

Foto por Robert Rivera

Presentación del libro “Caribe China, Ventana a la modernidad. La fábrica de loza en Puerto Rico 1947-1977” en Museo Casa Portela, 4 de diciembre de 2019 por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Durante este año hemos sido bendecidos con la publicación de tres obras de historia sobre hazañas de vegabajeños las cuales han sido presentadas precisamente desde este mismo lugar.

«Estrellas del Deporte Vegabajeño» de Elmer Gautier, cultiva el género de la biografía en deportistas de nuestro pueblo.

«Una vida de esfuerzos y triunfos» de Teófilo Soto Del Valle es una autobiografía de un ser triunfador con su pueblo, con su patria y con su familia.

Esta noche compartimos la historia más difícil de encajar en algún género de la historia vegabajeña, porque está elaborada para cubrir varios temas y escenarios dentro de la maravilla de la unidad en que se ha escrito. Aunque la veamos como historia local, es mucho más que eso.

Más que un libro, Caribe China, Una Ventana a la Modernidad, es un proyecto investigativo y educativo. Pasó por una planificación e investigación rigurosa de un historiador responsable que escribió una buena primera edición que nos complació a todos, un documental en la serie Prohibido Olvidar que recogió testimonios de personas y detalles de esa industria y también, compartió exhibiciones del material que por décadas se produjo, salvándole del olvido y la desaparición. Y no digamos de las presentaciones que se han hecho en distintos puntos de Puerto Rico, las conferencias, entrevistas y reportajes que se han producido con este nuevo evento.

La elaboración de artefactos como platos y envases comenzó antes de la colonización de Puerto Rico. En Vega Baja, se ha descubierto innumerables yacimientos arqueológicos de artefactos de barro los cuales se encuentran en museos, archivados en distintos lugares y los más posiblemente en espera de que sean encontrados y excavados. Pero esa es otra historia, inconexa de la que nos ofrece José Luis Colón González.

Primera edición de 2008

La historia que comenzó oficialmente en 2008 con la publicación limitada de una primera edición, se siguió estudiando y enriqueciendo, se actualizó, mejoró y se presenta en esta oportunidad de una manera más amena, completa e ilustrada. El libro es, pues, la continuación de una jornada de investigación y recopilación histórica, pero la dinámica en que ha resultado incluye otras actividades inherentes al tema.

Algunos tenemos la costumbre de conocer quién es el autor antes de aventurarnos a leer una historia, porque sabemos que muchas de ellas tienen buenos autores y otras no. Puedo sintetizar la trayectoria del autor de esta obra a grandes rasgos diciendo que José Luis Colón Gonzalez es un buen vegabajeño que en la última etapa de la era de la administración de Luis Meléndez Cano se distinguió como un buen legislador municipal, empleado y funcionario público.

Dr. Jose Luis Colón González, autor

Transformó la difusión cultural en Vega Baja con sus detalles hacia los movimientos en la historia, la literatura y las distintas manifestaciones culturales locales, impulsándolas y estimulándolas. Salió de la administración pública para convertirse en un excelente legislador estatal. Hace unos días atrás, un conocido líder de un partido político contrario al de él, David Hernández Torres, reconoció y elogió por escrito la labor que José Luis, siendo representante a la cámara, hizo por su comunidad.

Después de pasar por la política partidista y de tener la experiencia legislativa y ejecutiva local y la legislativa estatal, lo ganó la academia. Continuó sus estudios y logró su primer Doctorado en Historia de América de la Universidad Interamericana, es Director Ejecutivo de su Junta de Síndicos y se posiciona como Catedrático Auxiliar en el Departamento de Historia. En ese transcurso de tiempo es autor y editor de varios libros y participa en otras obras importantes creadas para entender nuestro pasado político y el pensamiento de los próceres puertorriqueños, trabajando también con la historia municipal política de pueblos de Puerto Rico. Cuando digo que aquel es su primer doctorado es que actualmente cursa estudios para alcanzar otro doctorado, esta vez, en Estado de Derecho y Gobernanza Global de la Universidad de Salamanca en España.

Es pues, Jose Luis, un conocedor con sabiduría y experiencia acumulada y que con ese trasfondo, nos brinda confiabilidad.

Es cierto que este libro lo escribió un vegabajeño ligado emocionalmente al tema. Eso ocasionalmente se considera un impedimento porque cabe sospechar que puede perderse la objetividad y el rigor histórico. Con José Luis Colón González encontramos todo lo contrario. Su obra de amor está presente en lo que escribe de esa fábrica, por sus familiares que trabajaron allí, sus compueblanos y su ciudad natal, pero en su lugar esto le ha servido como un estímulo constante y continuo. Lo prueba el camino recorrido por más de una década, la participación de su grupo de colaboradores competentes, el logro de unos fines de excelencia y contar de manera elegante y completa esta historia.

El autor considera que la Caribe China es la más importante industria vegabajeña del Siglo XX como lo fue la Central San Vicente en el Siglo XIX. Pero la Caribe no estuvo sola en el desarrollo industrial de nuestra ciudad. Otras industrias esperan que se escriba su historia, como la fábrica de alfombras V’soske. La diferencia es que son escenarios distintos. No todo el pueblo ha disfrutado de las alfombras en su casa como las piezas o vajillas que usualmente estaban en uso en las casas de los puertorriqueños y vegabajeños. Tampoco estaban a la venta ni podían hacerlo porque eran procesos y productos distintos. Otras industrias no contaban tampoco con la dinámica de Caribe China ni artículos duraderos.

En este libro encontramos los antecedentes a la industria de la loza en Estados Unidos de donde vino, el tiempo en que se crearon las posibilidades de instalarla en Puerto Rico y la causalidad de hacerla con las arenas silíceas del barrio Algarrobo. Pero es más que eso.

En esta historia hay expuestas circunstancias económicas, sociales, laborales, sueños que se lograron, muchos planes que no funcionaron y una vivencia que aun queda en la memoria colectiva de los vegabajeños. No en balde, Doña Hilda Valentín ha expresado “Caribe China fue la que dió vida a este pueblo. No había nada más. Los mejores años de mi vida los pasé allí”. Y Doña Fernanda (Nanda) García, de 96 años y graduanda del Diplomado en Historia Vegabajeña de 2019 disfrutó mucho una corta estadía como empleada en dicha industria. Recientemente nos confesó pícaramente que allí había conocido al que luego fue mi esposo”.

Este libro es un punto de partida para cualquier investigador. Es también una guía referencial para el que busca saber de sus piezas, vajillas o colecciones particulares que algunos tenemos en nuestros hogares, en un chinero o curio, almacenadas, y las menos, en uso. Desde que recibí el ejemplar no he parado de consultar a qué linea de producción pertenece cada pieza que tengo o que me han mostrado. Es, afortunadamente, una herramienta útil para cualquiera de nosotros.

Cuando hace un año atrás volví a visitar el hogar de Luis Muñoz Marín en la Fundación de Trujillo Alto, observé que en la cocina habían piezas de la industria de loza vegabajeña. Al ir al Restaurant El Ferrocarril en Manatí, el primer plato decorativo que colocaban en las mesas era de la Caribe China, cuarenta años después de haberse cerrado la fábrica. El mensaje subliminar era obvio, íbamos a almorzar o cenar como en en nuestros hogares. Es necesario anotar también que dondequiera, en distintos pueblos y aun fuera de Puerto Rico, se podía encontrar la loza que se hacía en nuestro pueblo.

En el mundo de los negocios, estas piezas y vajillas aun se consiguen en Internet o en los pulgueros. Pero hay muchos coleccionistas que por distintos motivos las guardan y protegen porque el valor sentimental es mucho más valioso que como antiguedades.

Enfatizo que la más importante consideración que tenemos que tener esta noche es que nos estamos educando. Y hemos venido aquí a aprender del experto, de quien más sabe del asunto. Antes de la primera edición sólo teníamos referencias vagas y muchas leyendas sobre la Caribe China. A pesar de lo que había significado para los contemporáneos de la época, para el Gobierno Municipal, para la economía y para los vegabajeños, nos conformábamos con guardar algunas piezas y de vez en cuando hacer preguntas a los empleados que poco a poco iban mermando.

Investigar la historia de nuestro comercio y la industria, especialmente de los que ya desaparecieron, no es labor fácil. Las fuentes de información no están asequibles en un solo lugar. Armar la historia necesita mucho tiempo y de recursos para consultar. Hay que apreciar, pues, lo que este vegabajeño ha hecho por los suyos, aportando lo mejor de su humanidad y generosidad para hacernos mirar en el espejo de la historia.

Aquí la labor que había que hacer, se hizo. Nosotros somos los beneficiarios de miles de horas, días y años empleados por el autor y sus colaboradores. En adelante, el libro tiene que ser nuestro compañero del conocimiento sobre esa parte de la historia local.

Tiene además un atractivo adicional muy bien pensado para esta clase de obra y es que incluye su traducción al inglés. Eso expande el ámbito de lectores y muy especialmente para los investigadores del resto del mundo.

Felicito a José Luis y a todos los que le han acompañado en las distintas etapas de planificación, investigación, diseño y publicación. Este libro cumple con las expectativas de un excelente libro de historia para Vega Baja, Puerto Rico y el mundo. Es valioso para conservarlo y legarlo a la siguiente generación; debe estar en todo hogar vegabajeño.

Hemos llegado esta noche aquí por varias razones.

Algunos somos amigos, familiares o compañeros del autor José Luis Colón González. Disfrutamos y compartimos como nuestro cada triunfo que tiene en su vida.

Otros vegabajeñistas nos venimos a curar, como se dice en la calle. Es emocionante lo que esto nos hace sentir por nuestro pasado histórico y las repercusiones en el presente.

Otros presentes, los menos, son aquellos obreros de la loza, de la llamada «Cren (Crane)» o «La Cerámica,» que en aquella generación aprendieron un oficio nuevo y sostuvieron su economía personal, familiar y la de nuestra ciudad con el trabajo que dejó la huella de la posteridad que es ahora el presente.

Gracias a todos por ese pasado que nos permite que podamos hoy contarlo.

Como dijo el poeta, de entre esas manos trabajadoras, nos salió la patria.

Muchas Gracias.

El autor con trabajadoras de la Crane China
Foto por Robert Rivera


Categorías:Comercio e Industria, Jose Luis Colón González

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