Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Hace unos días Evaristo Otero Rosa, con su voz dramática me alertó: “me queda poco tiempo”. Significaba que le habían hecho un diagnóstico fatal en el Hospital de Veteranos. Inmediatamente me dió unas instrucciones sobre su legado que entre sus familiares y yo estamos cumpliendo. Poco después nos dijeron al oído que no pasaba del mes.
Estando en su casa en una visita la pasada semana, -porque decidió no morir solo en un hospital en estos tiempos de Covid-19 donde no hay visitas-, hablamos del retrato que le había tomado y entregado Rudy Rivera cuando se realizaron los actos al dedicársele la Sala Principal del Teatro América. Les sugerí que como se había planificado originalmente, esa foto debiera estar a la entrada del salón dedicado a su recordación como complemento de la acción del Gobierno Municipal en 2015.
En esa ocasión se legitimó permanentemente su nombre a la Sala mediante una ordenanza preparada por mi con instrucciones del amigo legislador independentista Miguel Ojeda, aprobada por unanimidad y firmada por el alcalde Marcos Cruz Molina y se realizó la ceremonia que hemos descrito a los efectos dentro del Día Internacional del Teatro, la que reseñamos en la Enciclopedia Vegabajeña y el Archivo Histórico del Diario Vegabajeño.
“Coto” está consciente y tiene corazón para fungir como director teatral aun con un susurro de la voz engolada que antes tenía, pero con una claridad mental organizada para cualquier evento. Su nieta lo delató delante de todos, él fue la mente maestra de la actividad de anoche en el Teatro América donde se colocó el retrato en una pared el obsequio del gran fotógrafo vegabajeño Rudy Rivera. Su hija, nietas, sobrinos y amigos fuimos sus actores y productores.
Como el Flautista de Hamelín o la película Field of Dreams, una pobre convocatoria atrajo una cantidad enorme de amigos y familiares en la que todos tenían algo bueno que decir de él. Lo curioso es que los convocados acudieron espontáneamente de distintos puntos de Puerto Rico. Sólo hubo pocas excusas penosas por llegar tarde, pese a que fueron invitados con poco tiempo anterior.
Fue una noche como sacada de una de las obras en que Evaristo participó como actor o director, de fantasía mezclada con realidad y al final, una buena enseñanza. Todavía estoy perplejo por las cosas que presencié anoche. Fue una experiencia surreal, pero gratificante. Reunir a tanta alma noble y buena es una obra magistral de su parte.
Trataremos de describirla en los próximos días, con las imágenes que se están publicando por varios de los amigos y familiares presentes.
Categorías:Biografías Vegabajeñas, Teatro Vegabajeño
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