¿Quién y cómo fue el Dr. José Gualberto Padilla?

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Por Elsa Tió

Sobre los rasgos del carácter de Padilla dice su amigo Manuel Fernández Juncos (Oviedo, España, 1846-1928, San Juan), en el prólogo del poemario de Padilla titulado El Combate: “Era de carácter enérgico y generoso, muy altivo con los engreídos de fortuna o de poder, y franco, liberal y tolerante con los demás; constante con el trabajo, compasivo con los infelices y heroico en la lucha combatiendo el dolor ajeno”.

Por su temperamento de hombre cabal, nunca hizo uso de su pluma para la adulación. En ocasión de recibir una petición de la esposa del general Julián Pavía (1867-1868), gobernador de Puerto Rico, para que escr biera en su álbum un poema, y viendo Padilla los elogios desmedidos que en él había, le escribió la siguiente estrofa: A la lisonja mi humor esquivo/ no brindo flores que aroma den; /en mis jardines no las cultivo;/ que soy señora, franco y altivo/ como buen hijo de Borinquén.
Y sigue Frenández Juncos “Conocí en esa época al doctor Padilla, que ejercía el cargo de médico titular de Vega Baja, una de las más hermosas villas del país, próxima a la capital. Hallábase entonces en el apogeo de su fama de poeta y de su crédito profesional. Desde veinte leguas a la redonda venía la gente en busca de él para consultas médicas o para el tratamiento de dolencias graves. Ejercía una sugestión asombrosa sobre sus enfermos, que se sentían aliviados con la sola presencia de él. A todos atendía con gran interés y con una actividad increíble. Rara vez se le encontraba en su casa: vivía principalmente para sus enfermos.”

Nació, vivió, luchó y versó El Caribe en una sociedad esclavista, institución que aborrecía. Combatió el encubrimiento de lo falso y lo me diocre contra el predominio del caciquismo y la demagogia, y como sus palabras no traicionaban sus actos, antes de la declaración de la abolición de la esclavitud, otorgó la libertad a sus esclavos. Su gesto fue cónsono con el de los abolicionistas hacendados encabezados por Segundo Ruiz Belvis (Mayagüez, hoy Hormigueros, 1819-1867, Chile).

Los abolicionistas protagonistas de la gran gesta puertorriqueña del siglo XIX, representaron las mejores virtudes de justicia social que ya echaban hondas raíces en la conciencia colectiva del país.

Justas y exactas fueron las palabras de duelo el día del entierro de Padilla, ”Ni esclavos tuvo, ni sirvió a señores.”



Categorías:Elsa Tió, Opinión, Vegabajeñismo

1 respuesta

  1. Me gustó mucho este artículo. Cada día aprendo más.

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