

Su carácter suave y amable pero con gran interés nos sirvió de bienvenida para conocer detalles de la vida profesional y parte de su rol en la vida. Ella es Nilda González Navedo, quien fuese telegrafista en Vega Baja por más de catorce años en este pueblo y otros tantos más en varios municipios del área norte como Vega Alta, Bayamón, San Juan etc.
Doña Nilda, oriunda de Arecibo, estudió en el Colegio Royal de esa ciudad, tomando cursos de taquigrafía, mecanografía y archivo.
Nos cuenta que para sus años de estudio se tomaban clases todos los días sin receso de vacaciones con excepción del Día de Navidad y Año Nuevo. Estuvo casada con Don Salvador Salvá, por más de cincuenta años, quien falleció hace seis años y procreo dos hijos con este; Mayra y Ricardo.
En antaño, los telégrafos eran el método de comunicación imprescindible para informar sobre cualquier evento importante. Ser telegrafista constituía un orgullo y reconocimiento por parte de la comunidad, el gobierno etc. Esto era así ya que esta persona era la designada para recibir y transmitir mensajes de gran relevancia a individuos, empresas, instituciones públicas y privadas entre otras. Doña Nilda trabajo en el telégrafo vegabajeño de 1958 a 1972, aproximadamente. El mismo se encontraba en la calle José Julian Acosta, cerca de lo que fuese hasta los años 90, el First Bank.
Con respecto a su labor, nos comenta que además de enviar mensajes, el telégrafo enviaba notificaciones para nombramientos de maestros, envío de giros y otros como la notificación de los números ganadores de la lotería. Relata a manera de anécdota como muchas personas temían la llegada de un telegrama a sus hogares ya que se les asociaba con malas noticias como fallecimientos de seres queridos o familiares heridos en guerras.El telégrafo en nuestro pueblo se encontraba contiguo a su vivienda y el gobierno pagaba la misma como un beneficio adicional a su sueldo regular. Recuerda ella que el costo de un telegrama de 14 palabras eran 35 centavos y 2 centavos por palabra adicional. Se contaba cada palabra desde el nombre hasta la firma. Esta luchadora vegabajeña por adopción laboro con un sin número de personas durante su trayectoria en el servicio público pero de su trabajo en Vega Baja, recuerda con cariño especial a dos de ellos tristemente ya fallecidos: Miguel Angel Narvaez y a Baudilio (“Don Bayiyo”) ambos encargados de la entrega de mensajes, quienes hacían sus tareas con gran amor y dedicación. Ellos recibían para esos tiempos la una cantidad que podía comenzar en $1.50 y llegar a los $3.00 por entrega de telegramas.
Con respecto a su labor, nos comenta que además de enviar mensajes, el telégrafo enviaba notificaciones para nombramientos de maestros, envío de giros y otros como la notificación de los números ganadores de la lotería. Relata a manera de anécdota como muchas personas temían la llegada de un telegrama a sus hogares ya que se les asociaba con malas noticias como fallecimientos de seres queridos o familiares heridos en guerras.El telégrafo en nuestro pueblo se encontraba contiguo a su vivienda y el gobierno pagaba la misma como un beneficio adicional a su sueldo regular. Recuerda ella que el costo de un telegrama de 14 palabras eran 35 centavos y 2 centavos por palabra adicional. Se contaba cada palabra desde el nombre hasta la firma. Esta luchadora vegabajeña por adopción laboro con un sin número de personas durante su trayectoria en el servicio público pero de su trabajo en Vega Baja, recuerda con cariño especial a dos de ellos tristemente ya fallecidos: Miguel Angel Narvaez y a Baudilio (“Don Bayiyo”) ambos encargados de la entrega de mensajes, quienes hacían sus tareas con gran amor y dedicación. Ellos recibían para esos tiempos la una cantidad que podía comenzar en $1.50 y llegar a los $3.00 por entrega de telegramas.
Algunos mensajes importantes que ella puede recordar lo son; una asamblea con Don Luis A. Ferre, para decidir sobre un candidato para alcalde pero el mismo falleció en ese mismo día mientras se bañaba. También recuerda la gran cantidad de telegramas que tuvo que procesar a raíz de la muerte de Don Luis Muñoz Marin. Por esta razón tuvo que laborar muchas horas extra.
Siendo de una mente siempre inquieta y dispuesta Doña Nilda, le gusta mantenerse al tanto del acontecer en el país y su pueblo a traves de los medios periodísticos. Agradecemos su contribución nuestro pueblo Vega Baja por sus servicios.Los autores desean agradecer la colaboración de Ricardo Salvá, hijo de Doña Nilda, en la realización de este reportaje.
Categorías:Historias, Vegabajeñismo
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