Jesús Hernández Sánchez, Un buen abogado, colegiado y vegabajeño por Lcdo. Alejandro Torres Rivera

Intervención del Lcdo. Alejandro Torres Rivera en las honras fúnebres de recordación del Lcdo. Jesús Manuel Hernández Sánchez, efectuadas en el Ilustre Colegio de Abogados y Abogados de Puerto Rico, el 11 de agosto de 2020

La política como la luz, es límpida. Una luz puede aparecer turbia cuando atraviesa partículas de polvo. Sin embargo, la luz sigue siendo límpida. Así pasa con la política, son algunos hombres los que la enturbian.” 1

Jesús Manuel (Chú) Hernández Sánchez

Buenas noches:

Me corresponde en esta tarde referirme brevemente a mi compueblano y pariente, Jesús Manuel (Chú) Hernández Sánchez. Hace poco más de tres años, mientras me desempeñaba en la presidencia de este Ilustre Colegio de Abogados y Abogadas, conversando con Chú, trazábamos las líneas familiares que nos unían. Una de las personas importantes en su vida y crianza en nuestro pueblo de Vega Baja a las cuales él se refería como Tía Felita, era precisamente quienes nosotros, en casa, llamábamos Tití Felita. Ella estaba casada con mi tío Sayo, quienes vivían en el Ensanche Silva. Más que tíos, eran primos segundos de mi padre. Por eso le decía que deberíamos ser algo así como primos cuartos en una línea de parentesco.

Jesús Hernández Sánchez con Luis A. Ferré

Puedo decir de Chú que era una personas perspicaz, sencilla y con excelente memoria; no era dado a interrumpir la conversación sino por el contrario, permitía que la misma discurriera de manera ligera y suave; era de apariencia amable, sonrisa amplia, aunque en momentos descubría una mirada aguda pero no retadora; era orgulloso de sus ejecutorias y logros en el plano profesional y político; como también, un ameno contertulio. Vivía el orgullo de ser vegabajeño y eso lo afirmaba a toda prueba cuando le indicaba que ese era un sentimiento compartido. Sentía un alto respeto y una mayor satisfacción por los logros alcanzados por sus hijos, por lo que siendo Ariel mi amigo personal, no vacilaba en hablarme de sus cualidades como hijo, como profesional y como ser humano. Tenía en su mochila de recuerdos múltiples anécdotas y experiencias de vida, las cuales valdría la pena convertirlas en una memoria escrita, memorias que comienzan con sus primeros pasos en la vida en su Vega Baja natal, aquellas que le acompañaron hasta su último aliento de vida.

Supe por primera vez de Chú, como papi le llamó siempre, posiblemente en el marco de aquel proceso plebiscitario llevado a cabo en 1967, teniendo yo algunos 14 años. Es posible que la ocasión fuera en una visita suya a la tienda de mi padre, la Casa Torres, localizada en la Calle Betances en Vega Baja. Siendo él senador por el Partido Popular Democrático, organizó y llevó a cabo una amplia cruzada por todos los pueblos en Puerto Rico bajo el lema “Populares con la palma”. Significaba así su respaldo en la consulta a efectuarse ese año, al grupo encabezado por Don Luis Ferré dentro del Partido Estadista Republicano, que bajo la insignia de una palma real, dirigió la campaña de la preferencia estadista en dicha consulta. Ya durante su estadía en el PPD, habiendo sido dirigente de la Juventud Popular Universitaria y luego de la Juventud Popular del Distrito de San Juan, llegando eventualmente a ocupar un escaño en el Consejo Central del Partido Popular, Chú había defendido que la opción de la estadidad debería formar parte, como opción final de estatus, del programa del PPD. Por esta razón organizó en 1965 dentro de este partido el movimiento Popular-Estadista.

Culminado el proceso plebiscitario de 1967, de sus entrañas nacería el Partido Nuevo Progresista, su afiliación a dicha organización y su candidatura y elección como senador por acumulación en las elecciones de noviembre de 1968. En el cuatrienio que comienza a partir de 1969, ya electo Chú a su escaño senatorial por el PNP, se destacó como Portavoz Alterno de la Minoría y como presidente de la Comisión del Trabajo y Fomento Cooperativo del Senado de Puerto Rico.

Estudió su bachillerato en Ciencias Políticas y Ciencias Militares en la Universidad de Puerto Rico ingresando al Ejército de Estados Unidos como segundo teniente. Participó como militar activo durante los años 1953-54 en la Guerra de Corea, siendo destacado como oficial de inteligencia en el Tercer Batallón de la División 24 de Infantería. A su regreso del conflicto bélico, ingresó en 1955 en la Escuela de Derecho de la UPR donde se graduó en 1958. Su primer contacto con la defensa legal de los trabajadores la obtuvo como abogado en el Departamento del Trabajo.

Además de abogado destacado, Chú incursionó en las letras como escritor y poeta. Se distingue su obra literaria con los textos poéticos Campus, publicado en 1958; con el estudio biográfico Félix Franco Oppenheimer, poeta del dolor, publicado en 1964; el poemario titulado La Magia del Caribe, traducido al inglés bajo el título The Gorgeus Caribbean, en 1992; La Chilla del Tío Sam, libro de ensayos donde describe el estado de subordinación política de Puerto Rico a los Estados Unidos, en 1999; y su último libro, publicado en inglés en 2001, dedicado a nuestra Isla Nena, titulado Vieques: Land of Tears. Fue también columnista frecuente en la prensa de Puerto Rico, particularmente en El Nuevo Día, sobre temas políticos de importancia para el país.

Chú fue una persona que nunca dejó de afirmar su identidad vegabajeña, algo natural para quienes hemos nacido en dicho lugar. Los vegabajeños tenemos un sentimiento de patria chica y una devoción especial hacia el pueblo que nos vio nacer, que no olvidamos. Es, por decirlo de alguna manera, algo especial.

Posiblemente, nuestro querido amigo y compañero mutuo Thomas Jimmy Rosario Martínez, en varios escritos publicados en el Diario Vegabajeño, ha indicado sobre el particular lo siguiente:

“El tema del alma de los vegabajeños es uno recurrente a lo largo de todo lo que he estudiado y escrito en mi vida. No es una tesis que es consecuencia de unos estudios, sino que es algo que conocí temprano y de lo que he reunido evidencia por cerca de cinco décadas. No soy su creador, ha sido detectada anteriormente, pero no ha sido explicada.

El alma es intangible. No se ve. No tiene tiempo ni espacio, excepto en la mente, es un concepto espiritual ó un reconocimiento de valores individuales o colectivos de la sociedad. Describirla puede hacerse en forma relativa, pues al igual que en el aspecto humano, el alma de los pueblos no es acción verbal, sino producto de la contemplación.

Ser vegabajeño es un sentimiento. No se otorga, sólo se adopta, hereda o se crea por la conciencia. Cada uno tiene un alma por su humanidad y espiritualidad, pero el conjunto de almas produce un alma más fuerte, que es el alma de los vegabajeños.”

Para nuestro amigo común Jimmy Rosario Martínez, “[N]o haber nacido en Vega Baja o haber nacido aquí no define a un vegabajeño…Si buscamos definir lo que hace a un vegabajeño, lo mejor es buscarle el corazón. Ahí es donde lo encontramos, porque ser vegabajeño es un sentimiento.”

Y es precisamente en ese sentimiento y en ese corazón, donde en Chú identificamos el profundo amor que siempre expresó por su pueblo y sus conciudadanos vegabajeños.

Como abogado, Chú se distinguió no solo por la calidad de su desempeño como profesional del derecho, sino también por las causas, que en el ejercicio de su profesión, abrazó con pasión extrema. Entre ellas destacan pleitos de consumidores; pleitos por violaciones de derechos civiles; acciones contra patronos por violación de derechos laborales de sus empleados, incluyendo la Marina de Guerra de Estados Unidos; y acciones en daños y perjuicios de ciudadanos, entre otros.

Merece especial mención la acción legal presentada en representación de una de las familias residentes de la ex comunidad San Mateo de Santurce, afectada por el proceso de expropiación para el desarrollo de nuevos complejos residenciales urbanos, donde residía la Sra. Laura Enid Lasanta junto a dos hermanas cuadripléjicas y contra las cuales se había emitido una Orden de Lanzamiento. En el proceso, levantando argumentos legales y constitucionales, Chú logró detener el lanzamiento, siendo esta residencia la única que ha permanecido ante el avance desarrollista en el área.

Como a todo ser humano, al valorar su paso por la vida, destacamos más los aspectos positivos, dejando el algún lugar distante, aquellas experiencias sobre las cuales puedan surgir discrepancias de interpretación o reconocimiento entre quienes le hemos sobrevivido. La imperfección no es una condición con la cual venimos al mundo; es en el proceso mismo de vivir y convivir con nuestros semejantes, donde nacen y se superan las imperfecciones, permitiendo así imprimirle una huella histórica al recuerdo de nuestras vidas. Por eso, quienes tuvimos el beneficio de compartir con Chú algún momento de su vida, podemos afirmar, en el balance de ese recuerdo, en la identificación de su particular huella, que cumplió con lo que entendió era lo mejor para su familia, para su pueblo y para su patria. Este es su mayor legado.

No quiero dejar pasar la oportunidad que me brinda esta actividad para agradecerle al compañero Jesús Manuel Hernández Sánchez, colegiado 1813, el compromiso prodigado hacia nuestra institución, su lealtad a los postulados del Colegio y su constante dedicación, desde múltiples instancias, al fortalecimiento y desarrollo de nuestro Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico.

Muchas gracias.

1 Tomado del escrito publicado bajo el título de Sócrates y los políticos(Busquemos juntos el bien para Puerto Rico), incluido en su libro La Chilla del Tío Sam (1999).



Categorías:Alma de los vegabajeños, Biografías Vegabajeñas, obituarios

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